CARTA DE MOTIVACIÓN DE LA DIRECTORA

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En las zonas rurales de la España de la postguerra, las familias más humildes que no tenían ganado ni tierra que trabajar, recurrían al monte para fabricar carbón vegetal. Era un oficio sacrificado y duro, pues debían permanecer meses durmiendo en el monte, ya que la carbonera obliga a no separarse de ella durante el proceso de combustión. A ello se le unía el estigma de que el carbonero siempre olía a humo y estaba sucio, de ahí la letra de la jota navarra tradicional "No sufras por tu color, pues tu carita relumbra más que la luna y el sol".

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Mis abuelos, ambos de Ancín, fueron carboneros en la década los 40. Con la industrialización cayeron las ventas y tuvieron que emigrar a Guipúzcoa para trabajar en fábricas, así como reflejó el director Montxo Armendaiz en su maravillosa ópera prima "Tasio" (1984) rodada en la Sierra de Lokiz y que siempre ha sido un referente para mí, fiel defensora del cine neorrealista.

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Durante el rodaje de mi primero documental "Caribeños del Sáhara", el director de cine cubano Octavio Cortázar me habló de la importancia de que un documentalista hable primero sobre sí mismo, para saber hablar sobre los demás. Este segundo trabajo me llevó a conocer mis orígenes, unir mi profesión a mi familia y mi pueblo, en el que grabé durante tres años. Me permitió pasar muchas horas junto a mi abuelo, escucharle, conocerlo mejor y al mismo tiempo, que él pudiera comprender por qué me apasiona tanto el cine. También me llevó a grabar una hermosa banda sonora junto a mi padre, uniendo nuestras voces, inmortales.

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